Detrás, madres y familias de victimas del delito y del gatillo fácil. Personas que como otras miles, aún buscan justicia para sus familiares.
Adelante y a los costados, acompañando y haciendo la cobertura, los trabajadores de prensa de Pinamar, Capital Federal y el resto del paÃs.
Caminaban por momentos en silencio y por momentos alzando consignas tales como "Yo sabÃa, yo sabÃa, que a Cabezas lo mato la policÃa". Fue en la puerta de la comisaria donde el volumen de los cantos subieron, allà se quedaron unos minutos para luego retomar el camino.
El clima era calmo, pero denso en lo profundo, el intenso calor acompañaba la sensación de angustia de quienes no se dejan vencer por la indignación, la impunidad más cruel y el dolor.
No hubo lágrimas... pasaron tantos años que las lágrimas se transformaron en otra cosa. Quizá sean el combustible que hace funcionar el motor interior de Gladys, quien permanece firme en su convicción: esos tipos que mataron a su hermano tienen que volver a la cárcel.
La frase "No se olviden de Cabezas" sigue vigente. Cabezas es el claro sÃmbolo de lo que no queremos volver a vivir.
Hoy, todos sabemos quienes son los asesinos, sabemos como se dieron los hechos que derivaron en la muerte del reportero, y caminamos las mismas calles por las que caminan quienes lo mataron.
Hoy, los asesinos de Cabezas tienen nuestros mismos derechos, sólo dos de los culpables condenados continúan cumpliendo su condena, pero en su domicilio.