La polémica por el mal uso de los cuatriciclos se reaviva año tras año sin que las autoridades hayan logrado un marco de contención adecuado, que atienda tanto los legítimos derechos de quienes disfrutan de sus vehículos, como a quienes sufren las consecuencias de su mal uso. Hace días un niño de 6 años atropelló, manejando un cuatriciclo, a otro niño de 4 años en la playa, causándole politraumatismos y fracturas.

Los medios nacionales, aqui el ejemplo de TN, hacen un seguimiento de estos temas, en parte ávidos de vender noticias, pero también brindando información que resulta extremadamente preocupante.
El punto aquí, en todo caso, es qué hacemos los pinamarenses para resolver este problema, más allá de las lógicas quejas permanentes y de la indignación que producen estos casos.

Pinamar, un lugar maravilloso, vende también en su estilo el uso de los cuatriciclos. Pero cuando suceden estas cosas también aparece por todos lados como un lugar de descontrol.
¿Se trata de prohibir el uso de los cuatriciclos? "Muerto el perro se acabó la rabia", dice la gente en la calle, en una reflexión desesperada. Desesperanza que surge de que, año tras año, todas las temporadas, e incluso fuera del verano, sufrimos las consecuencias del mal uso de esos vehículos.

No es necesario profundizar demasiado en el análisis para darnos cuenta que la prohibición no es la solución. Pero tampoco son soluciones las que llevan adelante nuestros dirigentes, sobre todo cuando lo único que queda en las mentes de ciertos prepotentes desubicados es creerse Pizzolito, como viviendo una película, en la que hay mucha posibilidad de no volar como Superman, y aún evitando estrellarse, pasarle por encima a un niño, o a una chica como sucedió el año pasado, o… la lista es larga.

La apología de la velocidad, la pseudo libertad, el poder que da el alto poder adquisitivo, la prepotencia y el descontrol, generan un cóctel con enormes riesgos para todos cuando no se contiene desde la cultura, desde el mensaje que deben dar los deportistas, ni desde el estado.
Si a esto sumamos que no hay normas, la impunidad es muy grande.
Y si sumamos aún que no se anuncian trabajos en estas normas, la impotencia que nos invade es demoledora.

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Cuando alguien es estúpido, comprando en una verdulería no representa mayor riesgo que el de incomodar a los demás.
Pero cuando ese estúpido se lanza desaforado con una máquina poniendo en riesgo a la gente o molestando con su ruido y su velocidad, en un lugar público de descanso como la playa, o en la calle, el riesgo es mucho mayor. Allí debe estar el estado. Y si el espacio es privado debe hacerse responsable al que no lo controla, como sucede con cualquier actividad legalmente regulada.
Ahora, con el mayor de los respetos, la irresponsabilidad de permitirle a un niño manejar un cuatriciclo, está muy cerca de la idiotez. ¿Prefieren llamarle "distracción"?, bueno, hay demasiadas "distracciones", incluso documentadas.

Ahí está, desde hace tiempo, unos de lo ejes para hacer algo: no hay normas. Y los dirigentes y responsables comunitarios se cansan de repetirlo, pero no resuelven ese vacío. ¿Qué ocurre?
¿No hay normas? Pues hagamos las normas.
Y protejamos los derechos de los que se ven amenazados todas las temporadas por ese uso irresponsable.
Y protejamos también a los que quieren usar los vehículos, y los usan con responsabilidad, que hay muchos también, la mayoría.
Pero hagamos las normas que permitan limitar a los estúpidos.

Las campañas de concientización hechas, evidentemente son insuficientes. Enviar policías a las playas porque esto toma relevancia de escándalo en los medios nacionales, y alimenta la indignación de la gente, tampoco es más que un parche político. Según datos oficiales en lo que va de enero se labraron infracciones a 600 cuatriciclos en el casco urbano de Pinamar, pero eso es imposible en las playas, y si bien ayuda, evidentemente está muy lejos de resolver el grave problema.

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La autoridad policial debe tener herramientas, exponerla al escarnio sin que puedan hacer nada es también una irresponsabilidad por parte del estado. Ayer enviaron a la zona norte 6 cuatriciclos policiales y los dos "Gauchos" (Vehículos especiales para la arena) que trajo el Gobernador Scioli y se estaban exponiendo en una playa del centro. Los insultaron, los prepotearon, les tiraron arena e incluso les pasaban muy cerca en actitud amenazante. Los efectivos en ningún momento perdieron la calma, pero no pudieron hacer más que tratar de concientizar, en un ambiente hostil, muy cercano a la humillación.

Personalmente hemos vivido episodios de insultos y hasta de vehículos amenazándonos cada vez que detectaron nuestras cámaras, o hemos reclamado la presencia policial al 911.

Si esto, pasado tanto tiempo, no puede resolverse, tal vez se trate de ineptitud, o tal vez se tiene miedo de perder el negocio de los cuatriciclos. Habría que pensar entonces, si en base a los acontecimientos, la situación no se configura legalmente como incumplimiento de los deberes de funcionario público, y esto no se refiere solamente a la intendencia.

En este mes de enero ya hubo 34 heridos.
Incontables son los casos donde miles personas ven violentado año tras año su descanso, su paseo o su residencia.

El niño herido está evolucionando favorablemente.
El niño que lo atropelló, no lo sabemos.
Nuestra comunidad, en el uso de cuatriciclos, sigue a la deriva.

Elizabeth Ocaño - Roberto Bohmer - Noticias dpinamar.com.ar
Domingo, 30 de Enero de 2011

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